MEDITACION BUDISTA
En pr
imer lugar, hay que buscar un lugar que favorezca la meditación, un entorno zen que evite distracciones.
imer lugar, hay que buscar un lugar que favorezca la meditación, un entorno zen que evite distracciones.
Mantener una postura meditativa específica, como pregonan algunas corrientes del Budismo, es difícil para mucha gente. Algunos se ponen de rodillas, sentados sobre sus piernas o sobre un cojín entre ellas. Muchos usan un banco de meditación: una vez arrodillados depositan un pequeño banco bajo su trasero.
Tradicionalmente, las manos se dejan caer sueltas, con las palmas hacia arriba, una sobre la otra, y con los pulgares tocándose ligeramente. Es lo que viene conociéndose como mudra cósmico, la primera de una larga serie de de posiciones simbólicas de las manos.
La cabeza ha de estar elevada, pero no rígida. Los ojos Los puedes tener cerrados o centrados en un punto en el suelo un par de pies frente a uno, o mirando a las manos. Si sientes que te estás durmiendo, ¡ábrelos!
A los principiantes en la meditación se les pide a menudo que cuenten sus exalaciones hasta diez. Luego se vuelve a empezar desde el uno. Si se pierde la cuenta, simplemente se vuelve a comenzar. La respiración debe ser lenta y regular, pero no forzada o controlada artificialmente. Simplemente hay que respirar con naturalidad e ir contando.
Unas pocas semanas después, se puede dejar de llevar la cuenta e intentar simplemente seguir la respiración. Hay que concentrarse en la entrada y salida del aire. Lo mejor es ser enteramente consciente de todo el proceso de la respiración, pero la mayoría de la gente se concentra en un aspecto o en otro: la sensación de frialdad seguida de calidez en la entrada de la nariz, o la elevación y descenso del diafragma. Muchos meditadores sugieren que imaginemos el aire entrando y saliendo a través de un pequeño agujero de una o dos pulgadas bajo el ombligo. Mantener la mente en la parte baja del cuerpo ayuda a alcanzar una meditación profunda.
Es lógico que la mente no pueda mantenerse serena al comienzo, sobre todo por los pensamientos insistentes y repetitivos y también por los sonidos externos. El modo de manejarlos es no forzar la situación, asumir las distracciones aceptando su presencia, pero sin apegarse, Dejarlos existir, dejarlos pasar y volver a centrarse en la respiración.
Al principio, lo mejor es rascarse si sentimos picor y movernos un poco si nos sentimos incómodos. Más tarde, descubriremos que la misma atención disminuida que empleamos para los sonidos e ideas es igualmente útil para las sensaciones físicas.
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