¿CONOCES EL ESPIRITU DE LA VIDA ZEN?
El zen es una filosofía realista que basa su existencia más en los hechos que en las palabras, y que nos enseña que es mejor vivir adaptándonos al entorno cambiante, que dándonos cabezazos contra muros inflexibles.
En estos últimos años, se habla mucho de la actitud zen, la mentalidad zen, la forma de vida zen, la decoración zen, los jardines zen, la aplicación del zen, en las relaciones e incluso en las empresas y los negocios. Es como si se tratara de una forma moderna de vivir, pero el zen tiene siglos de antigüedad y una dilatada historia tanto en Japón como en China, y hace ya varias décadas que ha ido impregnando muchos aspectos de Occidente.
El zen se originó en China en el siglo primero de nuestra era, es una técnica de autorrealización y desarrollo de la personalidad. Desde los primeros momentos, el zen puso mucho énfasis en el hecho de que en todo ser humano exista una naturaleza o esencia iluminada, un tipo de mente especial y diferente a la ordinaria, basada en la lógica y los conceptos; una mente intuitiva, silenciosa, guiada por la inteligencia primordial, y que conecta con el inconsciente o sabiduría.
Toda persona puede despertar esta naturaleza iluminada.
El zen insiste en la experiencia directa, la captación de la realidad más allá de las palabras, viviendo el aquí y ahora, es una actitud, una manera de tomar la vida sabiendo relativizar y fluir, sin crear tensiones inútiles ni conflictos evitables.
La actitud o modo de tomar las cosas es muy importante. Dependiendo de la actitud, que adoptemos, la vida es aprendizaje o necedad; acción diestra o torpe. Así mismo, dependiendo de la actitud, lo que nos debilita nos puede fortalecer y lo que nos abate nos puede brindar fortaleza anímica.
La actitud en la que se adiestra al practicante de zen se basa en los siguientes pilares: atención consciente a cada momento, fluidez y permeabilidad mental para no generar resistencias inútiles ni conflictos, lucidez, sosiego y una visión global y libre de prejuicios. Hay que liberarse de obsesiones, inútiles charloteos mentales, preocupaciones y autoengaños, y poder así vivir la vida libremente y no en base a las descripciones de los otros o a patrones idealizados.
La transformación mental
Los maestros dicen: “¿Quién te ata, sino tu propia mente?”. La mente se interpone en la senda hacia la libertad interior y la quietud. La mente agitada o saturada de esquemas y estrechos puntos de vista es un obstáculo en la senda hacia la libertad interior.
Hay dos tipos de pensamiento: el inútil y el consciente. El primero no es mas que una interferencia entre el que observa y lo que es observado y te sumerge en un escenario de confusión y desorden. El segundo es útil para la vida cotidiana y hay que servirse de él.
En realidad es mucho más importante saber dejar de pensar que saber pensar, lo que los maestros llaman “No pensamiento”: estado de la mente en el que aflora la intuición que nace de la visión correcta. El objetivo es conectar con una fuerza muy poderosa llamada Inconsciente o Mente Original lo que permite manejarse ante inconvenientes y saber cuándo es mejor actuar o dejar de intervenir – espetando el curso de los acontecimientos y sin obsesionarse al querer descartar lo inevitable. Así nuestra mente enemiga se convierte en mente amiga.
Una mente libre de ataduras y esquemas tiene otra capacidad de percibir o ejecutar, todo puede convertirse en una senda de evolución y autorrealización amando la sencillez y la simpleza, todo lo que esta libre de artificios.
Hay que aprender a gobernar la mente y no dejar que ella nos gobierne; a pensar y no a ser pensado; a vivir y no a ser vividos. Para ello, unos minutos diarios de meditación son esenciales.

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